( Microrrelato de Joaquín Piqueras)
Inspirándose en una película de Fernando León, Sergio Aroca pagó a una actriz para que hiciera de compañera sentimental. Trazó con todo detalle un guión que daba pie a las más imprevistas improvisaciones. Rosario Zaplana, que ya gozaba de cierta reputación en el ámbito teatral, cubrió con creces todas las expectativas de su desamorado cliente; fue una actuación tan magnífica que habría hecho palidecer al mismísimo Stanislavski. Tanto fue así que no sólo devolvió a Sergio lo mejor de sí mismo, amén de su fe en el amor y en el mundo, sino que hizo disfrutar a Rosa de una felicidad que, en verdad, poco tenía de espejismo. La actriz del método ya no se tenía que meter en su papel, porque su papel era su auténtica vida. Llegó el verdadero amor y al poco tiempo se casaron. Y disfrutaron de una vida conyugal plena de satisfacciones, hasta que pasados unos años se desinfló la pasión y se instalaron como molestos inquilinos el tedio y la rutina. Pero cuánta no sería la fe que los dos habían depositado en el método, que ambos por separado, y sin que el otro lo supiera, contrataron los servicios de dos afamados interpretes para que hicieran de amantes.
3 comentarios:
Un método que, al final, no sabremos nunca si funciona o no... Deberían contárnoslo los afamados intérpretes.
Bravo.
Pero después estos también tendrán crisis matrimoniales y a lo mejor buscarán a otros actores, y estos, con el tiempo a otros, y no sabremos nunca la efectividad del "método" en las difícilmente estables relaciones de pareja.
Gracias por el comentario. Feliz verano.
"Familia",arte y ensayo.
Juego de jerarquía de engaños el que presentas en este texto,donde al final todos los personajes se transforman en bufones pero viven felices mientras el juego continúa.
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